miércoles, 22 de abril de 2015

Aschenputtel (Cenicienta alemana)


Ubicación geográfica, recopilación y recopilador

El cuento es alemán. Fue recogido por los hermanos Grimm en 1812 en la recopilación Cuentos para la infancia y el hogar (Kinder und Hausmärchen). Después de la francesa de Perrault, ha sido la versión de la Cenicienta más difundida del mundo.

Estereotipo del cuento

La historia comienza con la madre de Cenicienta muriéndose. Le dice a su hija que sea buena y piadosa y que ella la cuidaría desde el cielo.

Durante largo tiempo, Cenicienta visita la tumba de su madre, siguiendo su consejo de ser buena y piadosa. Al llegar la primavera, el padre toma otra esposa, quien tiene unas hijas bellas pero de corazón muy cruel.

La madrastra y las hermanastras deciden que Cenicienta debe ganarse el pan. Entonces, le quitan todos sus vestidos y le ponen harapos y unos zuecos. Las hermanastras se burlan cruelmente de la pobre muchacha diciendo "¡Mirad la orgullosa princesa. Qué bonita está con su hermoso vestido!"

Desde entonces, Cenicienta debe trabajar muy duro, haciendo los trabajos más pesados de la casa. Las hermanastras la escarnecen tirándole las legumbres por las cenizas y obligándola a recogerlas una por una. De noche, no tenía un lecho en el que dormir, entonces tenía que dormir sobre las cenizas del hogar, debido a lo cual la bautizan las hermanastras como Cenicienta.

Un día, el padre tuvo que ir a una feria. Las hermanastras piden vestidos y joyas mientras que la heroína le ruega que le traiga la primera rama de avellano que le derribe el sombrero. Una vez vuelve el padre, ella coge la ramita y la planta en la tumba de su madre, regándola con sus lágrimas. Ella iba tres veces al día a la tumba, donde rezaba y lloraba hasta que la ramita se convirtió en un árbol. Cada vez que Cenicienta pide un deseo, un pajarito se lo concede.

Entonces, el rey anuncia que va a haber una fiesta que va a durar tres días y a la que todas las jóvenes del reino están invitadas. Las hermanastras mandan a Cenicienta que les arregle los vestidos y el pelo, y ella obedece llorando porque también desea ir.


Cenicienta ruega a sus hermanastras que también quiere ir. Finalmente, y dada su insistencia, la madrastra echa un plato de lentejas entre las cenizas y le dice que separe las buenas de las malas. Los pájaros la ayudan y ella le lleva el plato a la malvada. Ella vuelve a hacer la prueba, esta vez con dos platos, y le pide que lo tenga en dos horas pensando que no lo va a conseguir. Los pájaros vuelven a ayudarla. Finalmente, a pesar de haber concluido la tarea, la madrastra le dice a la joven que no quiere que vaya con ellas al baile porque sentirían vergüenza de ella. Las dos veces que los pájaros realizan el inmundo trabajo, la chica repite esta fórmula:


"¡Vosotras, las palomitas,
vosotras, las tortolitas
todos los pajarillos del cielo,
venid y ayudadme!
Las buenas en el pucherito
Las malas en el buchito"

Cuando se encuentra sola en casa, Cenicienta va a la tumba de su madre y le pide al árbol que le de hermosos vestidos. El pajarito le da un vestido y unos zapatos de plata y oro y va al baile. Dice esta fórmula:


"¡Arbolito, muévete y sacúdete
y lanza plata y oro sobre mí!"

Al llegar a palacio, el príncipe solamente quiere bailar con ella. Al llegar la medianoche, la heroína expresa el deseo que querer volver a casa, el Príncipe quiere escoltarla pero ella huye a toda prisa y se esconde en el palomar. Al llegar a casa de la joven, le pregunta al padre si la ha visto. Él se pregunta si es su hija, coge un hacha y parte el palomar en dos, pero la chica ya había ido al avellano, le había devuelto las ropas, y estaba de nuevo en la cocina.

Al día siguiente la joven llevan un vestido más bonito que el del día precedente. Sucede lo mismo a la medianoche, pero esta vez la heroína se esconde en el peral. Cuando el padre lo parte con el hacha a petición del Príncipe, ella ya había huido.

Al tercer día, la chica va al baile con un vestido aún más espléndido que las otras veces y unos zapatos todos de oro. El príncipe se sirve de un ardid y coloca pez en las escaleras. En su loca carrera, Cenicienta pierde un zapato, pero el príncipe lo recoge y jura que se casará con quien le siente bien la prenda.

Al ir al príncipe a la casa de Cenicienta, primero la hermanastra mayor trata de probarse la zapatilla, pero no le cabe el dedo gordo. La madrastra le sugiere que se lo corte, porque no lo necesitará cuando sea reina. El Príncipe entonces recoge a la novia, la monta en el caballo y al pasar por la tumba de la madre de la protagonista, las palomas delatan la sangre del zapato. El príncipe regresa con ella a la casa.

La hermanastra menor se prueba entonces el zapato pero no le cabe el talón. La madrastra le sugiere que se corte un trozo. El Príncipe se la lleva y las palomas vuelven a delatar a la falsa novia. El príncipe regresa de nuevo a la casa y pregunta si tienen otra hija.

Las dos veces que los pájaros delatan a las hermanastras, denuncian el engaño con esta fórmula:

"Curru, curru, curru, curru
sangre del zapato mana
el zapato es muy pequeño
y la novia sigue en casa"

A pesar de la protestas de la madrastra, el príncipe ordena que traigan a Cenicienta. Sentada en el escabel, se quita los zuecos y se prueba el zapato, siendo la novia verdadera. El Príncipe la reconoce por su rostro y se la lleva a palacio.

"Curru, curru, curru, curru
ya no hay sangre en el zapato
el zapato ya no es pequeño
y la novia va a palacio"

En la boda, las hermanastras quieren participar de la felicidad de la novia, pero las palomas les arrancan los ojos, cegándolas para el resto de su vida por malas y falsas.

Simbología del cuento

La madre muerta da un buen consejo a Aschenputtel, ya que la ayuda a evolucionar a lo largo de la historia. La madrastra y las hermanastras humillan a la chica despojándole de su posición social y de su identidad. La chica lo aguanta sin rechistar porque se sabe con mayor altura moral que sus enemigas. Lo demuestra por ejemplo en su humilde petición cuando se va el padre frente a los suntuosos regalos que le piden las hermanastras, prueba de que se dejan llevar por las apariencias.


La ramita de avellano crece gracias al sufrimiento, simbolizado por las lágrimas, y la fe de Aschenputtel. El que plante el árbol junto a la tumba de su padre denota la nostalgia de la doncella por esta. Cuando crece el árbol, se convierte en una representación de la madre, que le concede sus deseos a través de los pájaros.

La petición de ir al baile de Aschenputtel simboliza su determinación por cambiar su destino. Los pajaritos la ayudan por dos veces porque saben de la bondad de la chica. La negativa de la madrastra denota la bajeza moral de esta al faltar a su palabra.

El árbol le da ropas, lo que indica que la madre aún la sigue ayudando. La plata simboliza discreción y el oro la bondad de la chica. El hecho de que sus ropas sean cada vez más suntuosas significa que ella, gracias a su belleza y a su buen corazón, es capaz de enamorar a un Príncipe.

Pero el hecho de que oculte su nombre al Príncipe y que Aschenputtel huya a casa, simboliza la fuerte personalidad de la chica, quien quiere que el joven la conozca por su aspecto verdadero y no por el mágico.

Según Bettelheim, el que el Príncipe le pregunte al padre si ha visto a la chica simboliza que el joven aún no está preparado para tener pareja. Sigue afirmando el psicoanalista norteamericano que el padre parte el palomar y el peral porque piensa que es su hija la que está en ellos, y quiere ayudarla a ser feliz. Entonces, el padre rompe los refugios de Aschenputtel, que a su vez simbolizan los ayudantes mágicos de la chica (las palomas y el árbol). Esto quiere decir que la doncella no se podrá refugiar siempre en la magia si quiere evolucionar.

El alquitrán dejado al pie de las escaleras puede simbolizar la fuerte determinación del Príncipe por conocer a la chica misteriosa. Cuando Aschenputtel se deja el zapato pegado a él, el joven intuye la feminidad y altura moral de su futura esposa.

El tres es un número cabalístico. Dentro del cuento puede sombolizar el sacrificio que tiene que hacer Aschenputtel antes de obtener la felicidad, o también la resolución del conflicto plateados por la dualidad de la protagonista: su yo humilde y su yo derivado de la magia. En este cuento, Zezolla es más insistente en que el Príncipe descubra su identidad que las homónimas tratadas también en este blog.

Las hermanastras deciden automutilarse para tratar de ganarse su felicidad a pesar de no merecerla. La cojera consecuente tras la mutilación simboliza la bajeza moral de las hermanastras. 

Cuando Aschenputtel se presenta ante el Príncipe, él le presenta el zapato, ella se quita los zuecos y se prueba el zapato, simbolizando que pasa de la degradación a la felicidad.

El hecho de que las hermanastras quieran congraciarse de la felicidad de Aschenputtel muestra la hipocresía de estas. Las palomas castigan a las malvadas sacándoles los ojos, como símbolo de que han sido ciegas a la bondad y lo seguirán estando el resto de sus vidas.


Bibliografía
  1. Circlot, Juan Eduardo. Diccionario de símbolos. Barcelona: Labor, 1982. 473 pp. Nueva Colección Valor. ISBN 84-335-7016-1.
  2. Cuentos de hadas. Una Alquimia espiritual. Vopus. La herencia de la luz. [S. l.]: [s. n.], [ca. 2015] [cons 19/04/2015]. <http://goo.gl/eJ0heq>.
  3. Daniel, Noel. Cenicienta. En Los cuentos de los Hermanos Grimm. [S. l.]: Taschen, 2012, pp. 100-113.

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