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Con el material que recogió en España, Aurelio Espinosa formó una colección llamada Cuentos populares españoles
publicados entre 1923 y 1926 en tres volúmentes, siendo la colección más
abundante recogida en España, completada posteriormente por otros
autores, como su propio hijo Aurelio Espinosa, quien publicó Cuentos populares de Castilla en 1936, o Antonio Rodríguez Almodóvar con sus Cuentos al amor de la lumbre de 1983.
Pero
la labor de Espinosa no se limitó la de recoger los cuentos de hadas
españoles, meritísima y fundamental para salvar del olvido el folclore
español, sino que durante doce años estuvo trabajando en el estudio
comparativo de los cuentos, pionero de ese género en el folclore
hispánico. El folclorista es contrario a los métodos de Aarne-Thompson,
de Karl Krohn y de Bolte-Polivka (González Palencia, 1946: VIII).
Cuando Espinosa estaba trabajando en sus Notas comparativas
de los cuentos populares españoles, el profesor Ángel González Palencia
sugirió a la Comisión de Publicaciones del CSIC que editara la obra en
alguna de sus colecciones, ya que no estaba muy extendida en España. La
Universidad de Standford dio su beneplácito y en 1946 se publicó Cuentos populares españoles
en tres volúmenes: uno con los doscientos ochenta cuentos que el
recopilador estadounidense introdujo en la obra, y los otros dos con las
notas comparativas que de ellos hizo.
En la Introducción de la edición de 1923, el recopilador estadounidense hace mención en primer lugar del caudal riquísimo de cuentos y leyendas orientales que tuvo lugar desde España hacia el resto de Europa. Nombra importantes colecciones de cuentos realizadas en la España medieval, como la Disciplina Clericalis de Pedro Alfonso de Huesca, El Libro de los Engaños o Sendebar o El Conde Lucanor de Don Juan Manuel o en la Edad Moderna como Sobremesa y Portacuentos de Juan de Timoneda en el siglo XVI o el Fabulario de Sebastián Rey en el XVII (estos últimos con una transmisión literaria muy alejada de lo oral). También habla de las traducciones del Calila y Dimna (mandada por Alfonso X el Sabio), de Esopo en el siglo XV o de Bocaccio en el siglo XVI.
A continuación, Espinosa pone el acento en que los cuentos de la tradición oriental llegaron a través de los judíos y de los musulmanes, influyendo poderosamente en la cultura española cristiana y en el resto de Europa. Menciona también que esos cuentos traídos por los árabes y judíos provienen de la India. El Calila y Dimna árabe deriva de una versión persa del siglo VI, que a su vez bebe de las antiguas colecciones indias Pachatantra y Maharabata.
También menciona los estudios folclóricos llevados en España en el XIX, en opinión del autor "con mucho entusiasmo y con buenos resultados" (Espinosa, 1946: XXVI). Se fundaron varias Sociedades del folklore que se dedicaron a la investigación y publicación de materiales que a algunos investigadores les parecieron especiales. Menciona a Fernán Caballero (Fernán Caballero y Recopilaciones de Fernán Caballero), a Antonio Machado Álvarez, padre del famoso poeta, que recopiló entre 1883 y 1886 el folclore más importante de Sevilla, y a Rodríguez Marín, que recogió coplas, rimas infantiles, adivinanzas, cantares y romances. A principios del siglo XX, desaparecieron las Sociedades del folklore, desapareciendo el interés por el folclore. Espinosa denuncia la falta de una colección abundante de cuentos populares españoles para poder realizar un estudio de folclore comparativo serio.
Espinosa reserva un apartado de la Introducción para hablar del lenguaje en los cuentos populares, indicando que la colección ha mantenido fielmente el discurso de los narradores, sin transcribir fonéticamente las deformaciones del lenguaje, sino sirviéndose del alfabeto latino, usando el signo más adecuado en caso de pronunciación desviada. Las deformaciones de lenguaje más comunes que nombra Espinosa son el variaciones en el vocabulario, la expresión, el orden de las palabras y añadidura, supresión o cambio total de sonidos en la pronunciación. En la colección se ha mantenido las diferentes formas dialectales.
Aurelio Espinosa clasificó los cuentos en seis divisiones generales, cada una de ellas subdividida en otros apartados: 30 cuentos de adivinanzas, 32 cuentos humanos varios, 36 cuentos morales, 64 cuentos de encantamiento, 36 cuentos picarescos y 82 cuentos de animales.
"Parte I. Cuentos de Adivinanzas
- A. La mata de albahaca
- B. La adivinanza del pastor
- C. Piel de piojo
- D. Varios
Parte II. Cuentos humanos varios
- A. Cuentos y leyendas
- B. Cuentos y chistes
- C. Latinismos populares y trabalenguas
Parte III. Cuentos morales
- A. Los tres consejos
- B. Almas en pena
- C. Leyendas de santos
- D. La leyenda de Don Juan
- E. Varios
Parte IV. Cuentos de encantamiento
- A. La niña perseguida
- B. La hija del diablo
- C. El príncipe encantado
- D. Juan el Oso
- E. Juan sin miedo
- F. La princesa encantada
- G. Varios
Parte V. Cuentos picarescos
- A. Pedro de Urdemalas
- B. Los dos compadres
- C. El tonto y la princesa
- D. Juan Tonto
- E. Varios
Parte VI. Cuentos de animales
- A. El lobo
- B. La zorra
- C. Carreras entre animales
- D. La leyenda del sapo
- E. Cuentos de animales varios"
(Espinosa, 1946: XXXVII-XXXVIII)
En 2009, Luis Díaz Viana y Susana Asensio Llamas realizaron una nueva edición de los Cuentos populares españoles, dado lo difícil que era de conseguir. Está disponible tanto en papel como en formato digital.
Bibliografía
- Aurelio M. Espinosa, padre. Pep Bruno [en línea]. [S. l.]: Pep Bruno [ca. 2009] [cons. 28/12/2014]. <http://www.pepbruno.com/index.php?option=com_content&view=article&id=363:aurelio-m-espinosa-padre&catid=45:fichas&Itemid=69&lang=es>.
- Espinosa, Aurelio. Introducción. En Cuentos populares españoles recogidos de la tradición oral de España. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1946, Vol. 1, pp. XXI-XXXIX. Enlace roble.