Ubicación geográfica, recopilación y recopilador
El cuento es ruso. Fue recogido por Aleksandr Afanasiev en la recopilación Cuentos populares rusos (Narodnye russkie skazki), publicada entre 1855 y 1863.
Estereotipo del cuento
Al principio del cuento, Basilisa vive con sus padres pero se le muere la madre a muy temprana edad. Antes de exhalar su último aliento, le da su bendición a la niña y le entrega una muñeca, que tiene la capacidad de ayudar a la gente si se le da alimento. Después del luto, el padre toma por esposa a una viuda con dos hijas pensando que sería una buena madre para Basilia, pero se equivoca.
El cuento dice que Basilisa es la más joven del pueblo, y que la madrastra y las hermanastras le mandaban los trabajos más duros para que se cansara y se marchitara su belleza, pero la heroína está cada día más hermosa mientras que sus enemigas cada día estaban más feas y rabiosas. Todo ello se debe a que a Basilia la ayuda su muñeca, pero la protagonista debe alimentarla por la noche y ella la consuela y la ayuda en su trabajo. Basilia dice esta fórmula, repetida a lo largo del cuento:
"Toma, muñequita, come lo que te traigo y escucha mis penas."
Con los años, Basilisa se convierte en una moza casadera y todos los jóvenes la pretenden, pero la madrastra los despide alegando que no se casará hasta que no se hayan casado sus propias hijas. Un día que el padre tuvo que ausentarse de la casa, la madrastra se mudó a otra casa en el bosque en el que está la malvada bruja Baba Yaga, que se alimenta de seres humanos.
La madrastra envía a Basilia al bosque bajo cualquier pretexto, pero la muñeca la guía siempre por el buen camino y no permite que la chica se acerque a la casa de la bruja.
Un día, la madrastra manda labores a sus hijas y a Basilisa, quien debe hilar, dejando como única fuente de luz una vela. Una de las hermanastras apaga la luz. Las dos malvadas echan a la heroína de la habitación y le piden que vaya a buscar luz a casa de Baba Yaga. Basilia se se lo comenta a la muñeca y ella le dice que vaya a donde la han mandado, pero que se la lleve consigo.
Basilia fue caminando por el bosque durante todo el día y toda la noche. Se encuentra en el camino tres jinetes: uno blanco, otro rojo y otro negro. Finalmente, la chica llega a casa de la bruja, y descubre que está enteramente hecha de huesos humanos. Al ser de noche, las calaveras iluminan la vivienda como si fuera pleno día.
Al poco, Basilisa encuentra a la bruja, quien va montada en un almirez cuyo mazo le sirve de timón y va borrando sus huellas con una escoba. Al llegar, Baba Yaga dice "Huele a carne humana", y la chica le pide lumbre para sus hermanastras. A cambio, ella debe trabajar para la bruja, si no quiere que la devore.
Después, la bruja manda a la chica que se saque todo lo que haya de comer y se lo sirva, dejándole solamente un poco de comida. Y por último le manda realizar una ingente cantidad de tareas. Basilia le da de comer y consulta a su muñeca y ella le dice que rece sus oraciones y se vaya a la cama, que ya lo resolverían al día siguiente.
Por la mañana, Baba Yaga se va de casa y la muñeca ha realizado todas las tareas salvo el almuerzo, que lo hace la propia Basilia. Al llegar a casa la bruja, le manda a la heroína aún más tareas, y la muñeca le dice que se acueste que la yo hará todo al día siguiente.
Al siguiente día, sucede lo mismo que el anterior, y al caer la tarde Basilisa le pide a Baba Yaga hacerle unas preguntas, quien le advierte que cuantas más haga, más temprano se hará vieja. Le pregunta por los jinetes, quienes sirven a la bruja y son Día Claro, Sol Resplandeciente y Noche oscura. Baba Yaga a su vez le pregunta a la heroína cómo hace las tareas que le encomienda, y ella le dice que con la bendición de su madre. Entonces, la bruja la echa y le da una calavera para sus hermanastras.
Al llegar a casa, no hay luz, y la madrastra y las hermanastras se alegran de verla porque desde que la chica se fue no pudieron encender la lumbre ni traérsela de casa de sus vecinos. Ella les muestra la calavera, que calcina a las malvadas sin piedad.
A Basilia la acoge una viejecita sin familia, y después de un tiempo le pide que le compre lino para hilar. La chica hila y el hilo le sale delgado como un cabello. Cuando tiene ya mucho, la muñeca le pide un telar viejo y crines de caballo y le hace con todo ello un bonito telar. Basilisa teje el hilo elaborando unos lienzos muy finos que solamente caben por el ojo de una aguja. Se los da a la abuelita para que los venda y se saque algún dinero.
La vieja se los regala al Zar, y le cortan las telas para tratar de hacer unas camisas, pero no pueden. Finalmente, la buena mujer le dice al zar que los paños los había hecho Basilia, y el monarca le pide que se las cosa. La muchacha se pone con tanto afán que al poco tiempo ya las tiene cosidas. Cuando se las entrega al Zar, éste se enamora de la heroína y se casa con ella. Van a vivir a palacio el padre y la viejecita que la acogió.
Simbología del cuento
El hecho de que la madre de Basilia le de una muñeca a la niña simboliza que la mujer manifiesta abiertamente que va a estar con ella a pesar de su muerte. El que el padre piense en Basilia cuando se vuelve a casar quiere decir que desea satisfacer la necesidad de madre de su hija.
La madrastra y las hermanastras pretenden estropear la belleza, esto es, la bella alma de Basilisa, haciéndole hacer trabajos duros al aire libre, pero la chica pide ayuda a su muñeca y esta la ayuda en todo. Pero en este caso, la muñeca debe ser alimentada, es decir, que Basilisa debe demostrarle que es capaz de hacer un sacrificio para obtener su ayuda.
El hecho de que la madrastra despache a los pretendientes de Basilisa refuerza aún más la envidia que siente por su hijastra. Cuando se mudan al bosque, la madrastra y las hermanastras desean que Basilisa encuentre la muerte segura en el bosque, hogar de la bruja Baba Yaga. Al principio, la muñeca puede evitar el trágico final, pero al final la doncella se ve obligada a ir porque mientras están haciendo labores de costura (tarea de mujeres en aquella época y símbolo de lo hogareño) se quedan sin luz (símbolo de seguridad).
Los tres jinetes simbolizan el alba el día claro y la noche, o lo que es lo mismo, el nacimiento, la madurez y la muerte.
Baba Yaga simboliza las fuerzas crueles de la naturaleza, que en cualquier momento se pueden volver contra el hombre (de ahí la casa hecha de huesos). Al ser Basilisa diligente, se libra de ser devorada por la bruja.
El conocimiento implica tener experiencia, de ahí que Baba Yaga le advierta a Basilisa que no haga muchas preguntas. A la bruja no le gusta que la chica esté bendecida por la madre, ya que las dos son polos opuestos: la primera es vil y se alimenta de huesos humanos mientras que Basilisa es buena y piadosa. La reacción de Baba Yaga es parecida a la de Rumplestinskin cuando descubren su nombre.
El hecho de que la madrastra y la hermanastra no hayan podido volver a encender la luz después de la partida de Basilisa, puede simbolizar dos cosas: primero que han perdido la seguridad del hogar, y segundo que son tan viles y crueles que no pueden aspirar a la espiritualidad. La calavera calcina a las malvadas como castigo por su crueldad.
La anciana que acoge a Basilisa podría ser otra personificación de la madre muerta. La habilidad de Basilisa en el hilado simboliza su disposición para ser buena ama de casa, algo muy bien considerado en la mujer de la época. Al hacer una tela muy finita, solamente ella es capaz de confeccionar las camisas del Zar, lo que vendría a sustituir la prueba del zapato de otras Cenicientas. Finalmente, la laboriosidad y diligencia de la chica le valen el casarse con el Zar.
Como Basilisa tiene una gran altura moral, acoge tanto a su padre como a la ancianita en palacio, porque ambos la han ayudado a lo largo de la vida.
Bibliografía
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- Cuentos
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